Una noche cualquiera, un olor extraño y la calma de papá evitando una tragedia. En este mes del padre, recordamos cómo sus enseñanzas siguen salvando vidas: qué hacer —y qué no— ante una fuga de gas en casa. Spoiler: no uses el celular
No olvido esa vez en la que, justo antes de cenar, el olor se hizo evidente. Papá fue el primero en notarlo. Se levantó de la mesa sin decir mucho, con ese gesto serio que usaba cuando algo no estaba bien. Caminó hacia la cocina, no encendió la luz, abrió la ventana con cuidado y pidió que todos saliéramos de casa.
No hubo pánico. Solo prevención. Y fue así como entendí, años después, cómo una reacción rápida y correcta puede evitar una tragedia.
Papá ya sabía qué hacer
En ese momento, no usó el celular, ni encendió focos o estufa. Lo primero que hizo fue abrir puertas y ventanas para ventilar la zona. Esa acción, que parece sencilla, es lo que recomiendan los expertos en Protección Civil y el Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED) ante una fuga de gas: evitar cualquier tipo de chispa o flama que pueda provocar una explosión, incluso algo tan simple como prender el interruptor de la luz.
Ya afuera, papá nos explicó que si el olor era fuerte, lo más seguro era no intentar cerrar la válvula del tanque. Pero si era leve y había certeza de que se podía hacer sin riesgo, entonces sí: cortar el paso del gas puede evitar que se siga acumulando. Eso sí, solo si no hay chispas cerca y si sabes bien cómo hacerlo.
Cuando actuar no significa arreglar
Otro recuerdo que tengo muy claro es que papá nunca intentó reparar una fuga por su cuenta. Ni con cinta, ni con selladores, ni “a ver si así aguanta”. Él sabía que esas soluciones improvisadas son peligrosas.
Y tenía razón: la misma dirección de Protección Civil indica que jamás se debe manipular una instalación con fuga sin ayuda profesional. Lo correcto es contactar al proveedor de gas o a un técnico certificado para que inspeccione y repare la falla de forma segura.
El valor de saber a quién llamar
Esa noche también marcó algo que seguimos haciendo en casa hasta hoy: tener visibles los números de emergencia. Papá pegó junto al refrigerador una hoja con el 911, los bomberos locales y el número del proveedor de gas.
Puede parecer exagerado, pero cuando algo ocurre, tener la información a la mano ahorra tiempo y reduce riesgos. El 911, es la línea oficial para cualquier tipo de emergencia nacional, incluyendo incendios, explosiones o fugas peligrosas.
Las lecciones que se heredan
Con el tiempo, entendí que la verdadera enseñanza de papá no fue solo actuar, sino enseñar a los demás qué hacer. Nos mostró dónde estaba la válvula, qué señales había que vigilar, y cómo mantener la calma.
Hoy, soy yo quien se lo explica a mi familia. Porque todos deberían saber:
- Dónde está la válvula del gas y cómo se cierra.
- Cómo identificar un olor extraño y actuar sin pánico.
- Que nunca deben intentar arreglar una fuga solos.
- Y que lo primero siempre será salir y pedir ayuda.